lunes, 12 de diciembre de 2011

Eclipse en Beijing




La naturaleza es un mecanismo perfecto. Todos los engranes de su maquinaria se mueven al son del universo, y permiten, a veces, apreciar los más imponentes espectáculos. Y justo la noche del 10 de diciembre, una noche clara y estrellada, fuimos testigos en Beijing de un eclipse total de luna. 

Comenzó cerca de las ocho de la noche. Para las diez casi toda la superficie lunar estaba en penumbras. La Tierra se había alineado de tal forma que no dejaba pasar ni un pequeño haz de luz. Por varios minutos, el Sol dejó de tocar los cráteres, la arena y las rocas del enorme plato blanco. 

Para algunos, el fenómeno natural causó embeleso. Otros, en su prisa nocturna por llegar a algún lugar, ni siquiera levantaron la mirada. Muchos más ni siquiera se enteraron. 

Pero el eclipse estaba ahí, majestuoso.

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