lunes, 14 de enero de 2013

Despertar entre una nube tóxica

“Es neblina”, me dijeron algunos chinos en 2009, semanas después de haber llegado a Beijing. Y yo, ingenuo, proveniente de una urbe con altos niveles de contaminación como la Ciudad de México, lo creí.

Pero esa neblina que cubría la ciudad y no dejaba ver más allá de 200 metros olía feo. A gasolina. A carbón. No sé exactamente a qué, pero olía feo.

Tiempo después, mi ingenuidad dio paso al desconcierto, a la incredulidad y, finalmente, al desencanto. Beijing, la capital de la segunda potencia económica a nivel mundial, era una verdadera mugre, y hacía parecer a mi ciudad natal como un manantial de agua cristalina.

Vista desde mi ventana / Foto: Juan Carlos Zamora
  En los más de tres años que llevo viviendo en la capital china me he despertado decenas de veces sin ganas de asomarme a la ventana del piso 11 donde vivo. Es aterrador mirar el horizonte y no poder ver más que el edificio de enfrente. Y más terrorífico resulta saber que la espesa niebla está formada por contaminantes.

Pero esta situación llegó a grados extremos hace un par de días. Según datos de diversas organizaciones, se alcanzó un nivel de contaminación 40 veces superior a los límites de seguridad que marca la Organización Mundial de la Salud.

La visibilidad es escasa en los días con alta contaminación / Foto: Juan Carlos Zamora
Y como Beijing hay más ciudades en este país que presentan altos niveles de polución. De hecho, según datos del Banco Mundial que cita el diario El País, 16 de las 20 ciudades más contaminadas del mundo están en China.

Y no para menos. Más del 60 por ciento de la energía que consume esta nación se produce quemando carbón, un recurso natural muy abundante en esta tierra. Si le sumamos que China es la fábrica del mundo y que expulsa al medio ambiente más dióxido de carbono, plomo, azufre  y demás contaminantes que ningún otro país, y que su parque vehicular se ha incrementado de forma exponencial, entonces, el resultado de la ecuación no es ninguna sorpresa.

Sin embargo, no es lo mismo leerlo que vivirlo y respirarlo directamente. Y en mi posición de testigo directo debo decir que es deprimente y atemorizante caminar en las calles de Beijing en medio de tal cantidad de esmog, y notar que la gente se ha acostumbrado a no tener cielos azules, a no mirar hacia arriba, a respirar porquería.

Día contaminado en Beijing / Foto: Juan Carlos Zamora
Sí, es cierto que la Ciudad de México está muy contaminada y que hay días en que una nata gris cubre el cielo. Pero nunca he caminado en el DF en medio de una nube negra y espesa, y buena parte del año hay cielos azules por la mañana.

Los chinos están pagando muy caro su crecimiento económico. Su bolsillo se va llenando de dinero, pero sus pulmones se están poniendo negros. Así para qué.

Los chinos se han acostumbrado a no tener cielos azules / Foto: Juan Carlos Zamora

3 comentarios:

  1. Hola Juan Carlos, aqui en el DF por suerte no hay tanta contaminación :)

    ResponderEliminar
  2. Debo viajar en Abril. Crees que mejorará la situación en Beijing?. Saludos desde Argentina.

    ResponderEliminar
  3. Y aquí en el DF, insisten nuestras autoridades en dar preferencia al automóvil particular y no crear un servicio de transporte público eficiente y que no contamine, tanto! Por lo menos... Ojalá no lleguemos a esos niveles.

    Saludos me querido Juan Carlos!!

    ResponderEliminar